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miércoles, 26 de febrero de 2014

UNA COBERTURA ¿UNIVERSAL?


Ayer salieron dos noticias en el mundo.com que parten de la iniciativa de dos ONGs internacionales que velan por la salud de los menos favorecidos: Médicos sin Fronteras (MSF) y Save the Children.

Los titulares decían así:

LA "FALACIA" DE LA SANIDAD AFGANA
  • MSF denuncia que la comunidad internacional la utiliza con "objetivos políticos"
  • Organismos internacionales financian el 100% de un sistema de salud público
  • La ONG denuncia que la mayoría de centros de salud no están operativos



Esta primera noticia tiene que ver con la forma en que el Gobierno de Afganistán quiere aparentar algo que no es reflejo de la realidad. Para ello destaco algunas aportaciones del artículo:

Médicos sin Fronteras (MSF) ha denunciado que la comunidad internacional utiliza la sanidad en Afganistán con "objetivos políticos y militares", sin tener en cuenta las necesidades reales de la población (…).
"Los informes de evaluación los realizan asesores extranjeros que no se mueven de Kabul y que reproducen datos que reciben, sin supervisar que realmente sean fiables", ha destacado De Gryse. Algunos de esos asesores extranjeros que trabajan para el Ministerio de Salud Pública no han pisado en su vida un hospital en Afganistán, (…)
(…) los equipos estaban intactos, metidos en cajas, porque ningún médico sabía utilizarlos"
En otros casos, en los centros de salud no hay personal médico, ni medicinas.
Eso hace que la mayor parte de la población afgana deba desplazarse largas distancias (…)

Según estadísticas nacionales, el 85% de la población afgana tiene acceso al sistema sanitario en la actualidad, y el 57% dispone de un centro de salud a menos de una hora caminando de su casa. La realidad es que la mayoría de esos centros de salud no están operativos o presentan graves deficiencias.
(...)El 32% de los entrevistados por MSF declararon que no podía recibir asistencia médica por no disponer de dinero. Según la Constitución afgana, la sanidad es pública en el país, pero en la práctica los pacientes siempre tienen que gastar dinero.
Hace poco más de una década el sistema sanitario público en el país apenas funcionaba y las ONG proporcionaban el 70% de los servicios de salud. En la actualidad existe un sistema público de sanidad, pero eso no significa que se pueda hablar de "éxito" como hacen los grandes organismos internacionales. El Banco Mundial, la Unión Europea y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, en sus siglas en inglés) financian en la actualidad el cien por cien del coste del sistema sanitario afgano.


La otra noticia decía así:

UN MILLÓN DE BEBÉS MUERE CADA AÑO EN SU PRIMER DÍA DE VIDA
  • La mitad de estas muertes se podrían evitar con un mejor acceso a la atención sanitaria

                                


Datos que expone el segundo artículo:

Según un informe que acaba de publicar Save the Children -y que recoge el drama del africano-, en 2012, 2,9 millones de bebés murieron en sus primeros 28 días de vida. De ellos, un millón falleció antes de cumplirse 24 horas de su nacimiento.
Lo más alarmante es que la mitad de estas muertes podrían evitarse con un mejor acceso a la atención sanitaria gratuita y a los cuidados de personal cualificado (40 millones de madres en todo el mundo dan a luz sin ayuda de profesionales sanitarios y hasta dos millones afirman haberlo hecho completamente solas).
El mundo ha hecho grandes progresos en la lucha contra la mortalidad infantil en los últimos años”(...)
"Demasiadas mujeres no reciben atención, ni durante la gestación, ni en el momento de dar a luz “(...) ...las complicaciones durante el parto y las infecciones...

Una vez mas, se muestra la ineficiencia de los sistemas sanitarios en algunos países de renta media-baja.
El hecho de que un sistema sanitario como el afgano sea financiado el 100% por ayuda exterior, pone en evidencia la sostenibilidad del mismo.
La ayuda internacional va destinada en la mayoría de los casos a programas y proyectos de forma independiente. Invirtiendo en el desarrollo de sus formas de financiamiento se podría revertir el problema de la falta que tienen estos países a la hora de gestionar sus sistemas de salud por la imposibilidad de aportación por parte de la población.

Así lo pone de manifiesto el informe de salud en el mundo de la OMS del 2010:

Invertir en el desarrollo del prepago y la mancomunación, en vez de limitarse a la financiación de proyectos o programas mediante canales independientes, es una de las mejores maneras para que los donantes puedan ayudar a los países a abandonar el pago de cuotas por parte de los usuarios y mejorar el acceso a la asistencia sanitaria y la protección del riesgo financiero”

Si nos fijamos en los resultados en salud, por ejemplo, la salud maternoinfantil, cuando observamos la facilidad de las mujeres para acceder a un centro sanitario para un parto atendido por personal cualificado, no es lo mismo en mujeres que son africanas o indígenas que entre las que no lo son; o las que viven en zonas rurales aisladas y las que pueden acceder más fácilmente. Situaciones que tienen un resultado final y es una baja cobertura en la salud maternoinfantil.
La brecha que aun sigue existiendo entre países desarrollados y países de renta media-baja en el ámbito de la salud, donde las desigualdades suponen una barrera, es una realidad que influye a la hora de valorar si un sistema es eficiente o no lo es y cómo debemos actuar o cómo un país debería actuar para adecuarse a las necesidades sin caer en el despilfarro de recursos o en el extremo contrario, no gastar.

Se puede llegar a ser eficiente con pocos recursos y con muchos, siempre y cuando se adecuen bien al contexto en el que se apliquen y a las necesidades reales de las que se parta. A lo que habrá que añadir la voluntad política para poder aplicar los cambios necesarios que sean requeridos.

Con la ambición de querer llegar a la cobertura universal los países tratan de poner en marcha proyectos que resultan ejemplares para llegar a esa cobertura; pero uno se plantea cómo se pondrá en marcha, quién lo financiará, de qué manera se hará y a costa de que.
Los sistemas sanitarios, en ocasiones, se plantean varios objetivos; no sólo garantizar la mejora de las salud, sino reducir las desigualdades, mejorar la capacidad de respuesta ante las necesidades, responder a las expectativas de la población, garantizar la equidad... Por lo que la mejora de la eficiencia se podría medir en base a cómo el sistema es capaz de resolver y de ir avanzando en la consecución de estos objetivos.

MIBB






lunes, 24 de febrero de 2014




Hasta cuando,  bajo el peso de los programas y estrategias.

Tras leer el excelente post de mi compañero Eduardo mis pensamientos no han podido evitar volver a darle vueltas a una circunstancia, que en el ámbito de la gobernanza mundial de la salud principalmente, debería ser analizada en profundidad a mi modesto entender.

Partiendo del supuesto de que una estrategia, un plano estratégico o un programa, todo ello en el ámbito del sector salud, puedan ser definidos como "instrumentos de los que nos servimos para operacionalizar las políticas de salud a través de la planificación, ejecución y evaluación de acciones de promoción, prevención, tratamiento y recuperación de la salud" y analizando, a ojo de buen cubero, el contexto internacional actual en relación a la gobernanza de la salud, podemos apreciar la ingente cantidad de estrategias y programas que en los últimos 40 años han sido puestos en marcha, algunos de ellos ya cronificados en la gigantesca burocracia made in ONU y Cya.

Los Objetivos del Milenio, de los que pronto tendremos su secuela, salud para todos en el año 2000, Programa Mundial de Acción en Salud Mental, los Planes Alargados de Vacunación, y un sin fin de nobles y en general necesarias estrategias para conseguir que el derecho a la salud sea disfrutado por todos los ciudadanos de la tierra.

Pero si miramos retrospectivamente encontramos que solo uno de esos programas ha respondido a lo esperado. Entendiendo que el papel de un programa es el de surgir, crecer, y morir, tras haber solucionado o normalizado lo máximo posible una situación o coyuntura extraordinaria, para posteriormente dejar que el sistema sanitario integre en sus acciones de rutina la continuidad asistencial al problema identificado.


Dicho programa al que no referimos anteriormente fue El Programa de Erradicación de la Viruela (1966-1980), que tras una coherente planificación, una buena inyección de recursos y una excelente dedicación de los profesionales encargados de su implementación, entre algunos de los factores de su éxito, consiguió su objetivo ratificado el 8 de mayo de 1980 en la XXXIII Asamblea de la OMS, con la aceptación del informe final de la Comisión Global para la erradicación de la viruela.

Tenemos pues qué seguir planificando acciones especificas de prevención o abordaje, dentro de estos titánicos programas o estrategias,  para ciertas enfermedades o practicas no saludables o puede el sistema integrar dichas acciones dentro de su rutina de producción y prestación de servicios, al tiempo que lo presupuestos de dichos programas se suman a los presupuestos de los sistemas sanitarios.

No podemos evitar a estas alturas que nos surjan algunas preguntas, a las cuales nos cuesta dar respuesta. Si bien nuestra principal preocupación surge sobre la duda de si se puede gestionar la salud en base a programas.

Evidentemente no vamos a descubrir nada al afirmar que los recursos son los que son y que a poco que analizáramos el costo que conlleva el mantenimiento de todos estos programas o estrategias, especialmente su implementación en países de bajos y medios ingresos, nos asaltan las dudas sobre si no sería mejor reforzar e invertir en los sistema sociosanitarios.

Quizá sea el momento de realizar un análisis en profundidad sobre el impacto y el costo-utilidad de esta batería de programas, para poder tomar decisiones de implementación o no, y caso de que no poder direccionar recursos a los sistemas sanitarios.

Su entrañable tío matt


domingo, 23 de febrero de 2014

Unhealthy men vs. unhealthy economy in America

The current health care system in the United States has been highly criticized for several reasons. A severe flaw that has raised many eyebrows and has been a hot topic in political discussions is the fact that a large number of individuals are being excluded from the system; this may be due to social inequalities or citizenship/alien status but it is a fact that the state of health oscillates between different groups of people. A study carried out for four years at Johns Hopkins School of Public Health discovered that men from minority groups in the US are a larger burden to the health economy of the country. Black and Hispanic men account for over $450 billion of excess medical costs due to health inequalities. In the study, the researchers estimated  that $24.2 billion was spent for direct medical costs for African Americans but found  no direct medical excess costs for Hispanics or other races; however, they calculated that about $317.6 billion came from indirect costs related to lower worker productivity due to illness and premature death for blacks and $115 billion for Hispanics.(1)
The study was performed using data from the years 2006 to 2009; therefore, it is clear that the old health care system was still running and the ACA had not yet stepped in. This means that the costs being discussed may represent a selected population that was at disadvantage due to the fact that the people may have lacked heath care insurance and could not use the proper services to live a healthy life style, thus leading to a higher chance of getting ill, using emergency services, not being productive workers and taking a toll on the economy via welfare programs, decreased tax revenue and less social security earnings.(2)

Now, with Obamacare, there is a hope that some of the economic pressure will be taken off in the health care sector and in the US economy overall since more people will be covered to receive primary care attention and specialized attention; less will use emergency services which are the most costly. A report provided by the department of health and human services informs that since the enrollment opened up back in October, more than 3 million people have signed up for affordable coverage(3) so far which is a good start. It is definitely not the number that the government was aiming for—7 million was the goal by March of this year.(4) This, however, can be a breath of fresh air since it will help diminish some of the social inequalities that have been present for several years to a certain degree. Below is a graph which depicts the increasing enrollment results in the last 4 months. 

        Source: Department of Health and Human Services

There are still many projects to be developed in order to decrease health disparities among American men, especially coming from minority groups—not only projects that affect the country as a collective group, but projects that actually involve and affect individuals at a personal level; helping them be attentive about their well-being and taking responsibility over illnesses that may not be significant but that can later be detrimental to their life.  

There needs to be a “social policy reform that is inclusive of males and their unique issues will allow for the tide to take its due course.” (2)

By Ma. Paula Zapata

Bibliography
1.           Brott A, Dougherty A, Williams ST, Matope JH, Fadich A, Taddelle M. The economic burden shouldered by public and private entities as a consequence of health disparities between men and women. Am. J. Mens. Health [Internet]. 2011 Nov [cited 2014 Feb 20];5(6):528–39. Available from: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/22064880
2.           Leone JE, Rovito MJ. “Normative content” and health inequity enculturation: a logic model of men’s health advocacy. Am. J. Mens. Health [Internet]. 2013 May [cited 2014 Feb 20];7(3):243–54. Available from: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/23283809
3.           ASPE Office of Health Policy. HEALTH INSURANCE MARKETPLACE: FEBRUARY ENROLLMENT REPORT [Internet]. 2014 p. 53. Available from: http://aspe.hhs.gov/health/reports/2014/MarketPlaceEnrollment/Feb2014/ib_2014feb_enrollment.pdf
4.           Politico. Joe Biden: Obamacare enrollment may miss mark. Politico [Internet]. Minneapolis; 2014 Feb 19; Available from: http://www.politico.com/story/2014/02/obamacare-enrollment-joe-biden-103702.html

jueves, 20 de febrero de 2014

Could the NATIONAL HIV/AIDS STRATEGY FOR THE UNITED STATES be an example of a plan towards equality?

The United States (US) is a country with an increasingly inequality within its health system, perhaps due to poor participation of the State in primary care which might lead to profitable purposes. However, it is also important to observe the strategies implemented to cope with inequalities in some health issues.   

For instance, the topic of Men having Sex with Men (MSM) in the black community. Recently the Centers for Disease Control and Prevention (CDC) has updated the data in regards of HIV: African Americans face the most severe burden of HIV/AIDS in the United States. Among African Americans, gay, bisexual and other MSM (Black MSM) are especially hard hit, representing more than half of all estimated new HIV infections among African Americans each year.1 

To understand the full scenario we have to remember that Black MSM represent 1 in 500 US citizens and 9% of all MSM in the United States 2, yet they accounted for 38% of new HIV infections among MSM and 70% of new HIV infections among Black males in 20103. Nationally, MSM represent about 4% of the male population, yet they account for 52% of all people living with HIV. HIV prevalence among Black MSM is roughly double the prevalence among White MSM.3 A particularly disconcerting estimate in 2010 showed that young Black MSM aged 13 to 24 accounted for the greatest number (4,800) of estimated new HIV infections among African Americans.



One of the NATIONAL HIV/AIDS STRATEGY three goals is to “Reduce HIV-Related Health Disparities”. For this goal, some are mentioned 5:

1) Reduce HIV-related mortality in communities at high risk for HIV infection. 
2) Adopt community-level approaches to reduce HIV infection in high-risk communities.
3) Reduce stigma and discrimination against people living with HIV.

Analyzing the second step, it is described herein that in order to address this greater vulnerability to HIV infection, it is necessary to reduce the high proportion of individuals in these communities who are living with HIV, as well as the viral load of a person living with HIV. Therefore one recommended action is to measure and utilize community viral load. Thus, ensuring that all high prevalence localities are able to collect data necessary to calculate community viral load, measure the viral load in specific communities, and reduce viral load in those communities where HIV incidence is high.

A second recommended action is to establish pilot programs that utilize community models. This last recommendations comes with a less specific description and is more likely to be disintegrated by the traditional model of imposing “healthy” norms. Some efforts have already done in this matter, for example, a qualitative study analyzed thoroughly the black community leaders’ concerns about the barriers that HIV prevention actions in their community. Within this paper, participants supported the need to:4
- Create an environment in HIV prevention research that supports prolonged and mutually beneficial partnerships with a focus on infrastructure and capacity- building initiatives that serve to strengthen communities most impacted by HIV and AIDS.
- Hiring and training community research assistants.
- Developing community dissemination plans in collaboration with community partners.
- Generating a community involvement plan detailing the involvement of community members and leaders as equal partners

Although in the Obama´s commitment HIV/AIDS STRATEGY it is recognized the importance of community participation for the planning of specific prevention actions, it is not described how these recommendations would be carried out. Achievement would, then, depend on the local governance and their public health programs, and it is well known that not all the States are similarly motivated to set up agreements with black MSMs. Therefore, the Strategy might be a good first-step approach to eliminate inequalities in the AIDS epidemic, nonetheless, the key leading to failure or success rely on the prevailing social structure within the regional Government; I dare to say that community activism is crucial to reach the goals previously mentioned.

By Eduardo Vaquero

1 Centers for Disease Control and Prevention. HIV in the United States: at a glance. 2013. Available at: http:// www.cdc.gov/hiv/statistics/basics/ataglance.html. Accessed February 17, 2014.
2 HIV surveillance report: diagnoses of HIV infection and AIDS in the United States and depending areas, 2010, Centers for Disease Control and Prevention. volume 22. 2012
3 Lieb S, Fallon SJ, Friedman SR, et al. Statewide estimation of racial/ethnic populations of men who have sex with men in the US public. Health Rep. 2011;126(1):60--72
4 Andrasik MP, Chandler C, Powell B, Humes D, Wakefield S, Kripke K, et al. Bridging the Divide: HIV Prevention Research and Black Men Who Have Sex With Men. Am. J. Public Health [Internet]. 2014 Feb 13 [cited 2014 Feb 17];1–7. Available from: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/24524520
5 NATIONAL HIV/AIDS STRATEGY FOR THE UNITED STATES. Jul 2010. WASHINGTON