Médicos y médicas; ¿estamos list@s para aceptar
nuestra limitada implicación en la salud?
¿Necesitamos menos medicina en la atención primaria?
La asistencia sanitaria ha tenido poco éxito
intentado abordar los factores sociales, ambientales y culturales que afectan
la salud. Sin una acción concertada dirigida a estos factores, seguiremos sin
alcanzar la promoción de la salud y prevención de la discapacidad- enfermedad.
Desde el informe Lalonde de 1974, se observó la
poca implicación que los servicios sanitarios tienen sobre el estatus global de salud. Ahora, desde varias perspectivas de
análisis, se evidencia que los modelos clásicos de relación médico-paciente
están en crisis. El aumento de la prevalencia de las enfermedades crónicas nos
obliga a plantearnos si la clave de la solución de este problema de salud
pública radica o no en los profesionales de salud con formación médica.
Frecuentemente, con menos de 10 minutos por consulta en los
centros de atención primaria, los médicos y médicas tienen poco potencial de
incidir sobre el problema de cronicidades. Además, los programas de las
facultades de medicina y de especialidades médicas pocas veces incorporan una
constante y fuerte formación en determinantes sociales de la salud, estrategias
comunitarias o trabajos en grupos. Aún más, los problemas de salud con menos
implicación biológica como padecimientos crónicas mentales, violencia de
género, afecciones por estigma estructural, discriminación positiva, entre
otros, siguen sin encontrar un nicho donde puedan ser abordados.
Algunos países han dado los primeros pasos para terminar con
la super-medicalización de la salud; Canadá por ejemplo, ha notado que
empoderar a profesionales de la salud del área de enfermería, salud mental, nutrición,
rehabilitación, ergonomía, educadores y trabajadores sociales supone además de
un ahorro del gasto en salud, una manera eficiente de integrar determinantes
sociales de la salud.
Al inicio, el sugerir que la atención primaria enfocada a la
promoción y prevención a la salud requiere menos medicina puede ocasionar un
conflicto entre profesionales y algunos usuarios, sin embargo, no olvidemos que
la medicalización no es mas que otra supuesta ”naturalidad”. La historia de la
inclusión de la reproducción nos da un ejemplo de cómo la medicina fue
incorporando nuevos pacientes a sus propósitos sin ofrecer un beneficio. Antes
de Semmelweis (médico del siglo XIX que consiguió
disminuir drásticamente la tasa de mortalidad en un 70 % por sepsis puerperal entre
las mujeres que daban a luz en su hospital mediante la recomendación a los
obstetras de que se lavaran las manos antes de atender los partos) cuando
las mujeres eran ‘convencidas’ por sus respectivas parejas a dar a luz en
centros hospitalarios, la mortalidad era superior a cuando eran atendidas por
las matronas de su preferencia. ¿Por qué se insistió en el tema de los partos,
al igual que en otros, forzar la asistencia médica si no mostraba una
superioridad que los métodos tradiciones?.
Algunos retos de salud pueden ser: el exceso de utilización
de benzodiacepinas en adolescentes y jóvenes adultos sin tener claro el
problema de base, la elevada tasa de cesáreas, la constante o acelerada
tendencia de suicidios, los padecimientos con mucha carga de dolor y estigma
social. Necesitamos replantearnos si la solución a estos problemas se puede
hacer desde un consultorio médico con pocos minutos de disponibilidad. Alternativas
sugeridas incluyen la ‘des-medicalización’ de la salud; es decir, es tiempo de
incorporar otras disciplinas y medios para alcanzar las metas.
Algunos esfuerzos se están realizando, como las casas de acogida
de Murcia para personas con VIH-SIDA sin ningún tipo de red de apoyo y quiénes
pasan muchos días en los hospitales tratando de estabilizarlas. Estas
organizaciones dirigidas por educadores y trabajadores sociales han mostrado
grandes beneficios para la inclusión social, la auto-gestión de la enfermedad,
y a veces hasta una disminución de reingresos hospitalarios de un 80%. Sabiendo
estos beneficios que aun con corto alcance, ¿por qué no nos planteamos incluir
estas estrategias no medicalizadas cuando se habla de la gestión en
enfermedades crónicas?
Casa de acogida de Murcia: http://www.cesida.org/index.php?option=com_content&task=view&id=426
Si la disciplina médica se propone continuar con los
esfuerzos de salud en la atención primaria, es muy recomendable hacer cambios
en los planes de estudio de pregrado y post-grado. Es necesario redefinir las
competencias (pues la relación uno-uno va quedando corta, es tiempo de
incursionar en el trabajo de grupos, de comunidad). Así mismo, aprender a
trabajar con nuestros colegas de la salud, quiénes en muchos casos son la clave
para lograr la eficiencia en la gestión de enfermedades crónicas, implicaría
aceptar la limitada implicación en la salud de la medicina.
Eduardo Vaquero
Muy interesante el tema que abordas. Te envío enlace a un artículo reciente de JR Repullo sobre la Desinversión sanitaria en lo Inefectivo. Una reflexión sobre lo adecuado/inadecuado de seguir incorporando cualquier técnica o medicamento que nos pongan por delante.
ResponderEliminarJuan Jose Mercader
http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1134282X14000244