Ayer
salieron dos noticias en el mundo.com que parten de la iniciativa de
dos ONGs internacionales que velan por la salud de los menos
favorecidos: Médicos sin Fronteras (MSF) y Save the Children.
Los
titulares decían así:
LA "FALACIA" DE LA SANIDAD AFGANA- MSF denuncia que la comunidad internacional la utiliza con "objetivos políticos"
- Organismos internacionales financian el 100% de un sistema de salud público
- La ONG denuncia que la mayoría de centros de salud no están operativos
Esta primera noticia tiene que ver con la forma en que el Gobierno de Afganistán quiere aparentar algo que no es reflejo de la realidad. Para ello destaco algunas aportaciones del artículo:
Médicos
sin Fronteras (MSF) ha denunciado que la comunidad internacional
utiliza la sanidad en Afganistán con "objetivos políticos y
militares", sin tener en cuenta las necesidades reales de la
población (…).
"Los
informes de evaluación los realizan asesores extranjeros que no se
mueven de Kabul y que reproducen datos que reciben, sin supervisar
que realmente sean fiables", ha destacado De Gryse. Algunos
de esos
asesores extranjeros que trabajan para el Ministerio de Salud Pública
no han pisado en su vida un hospital en Afganistán,
(…)
(…)
los
equipos estaban intactos, metidos en cajas, porque ningún médico
sabía utilizarlos"
En
otros casos, en los centros de salud no hay personal médico, ni
medicinas.
Eso
hace que la mayor parte de la población afgana deba desplazarse
largas distancias (…)
Según
estadísticas nacionales, el 85% de la población afgana tiene acceso
al sistema sanitario en la actualidad, y el 57% dispone de un centro
de salud a menos de una hora caminando de su casa. La realidad es que
la mayoría de esos centros de salud no están operativos o presentan
graves deficiencias.
(...)El
32% de los entrevistados por MSF declararon que no podía recibir
asistencia médica por no disponer de dinero. Según la Constitución
afgana, la sanidad es pública en el país, pero en la práctica los
pacientes siempre tienen que gastar dinero.
Hace poco más de una
década el sistema sanitario público en el país apenas funcionaba y
las ONG proporcionaban el 70% de los servicios de salud. En la
actualidad existe
un sistema público de sanidad,
pero eso no significa que se pueda hablar de "éxito" como
hacen los grandes organismos internacionales. El Banco Mundial, la
Unión Europea y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo
Internacional (USAID, en sus siglas en inglés) financian en la
actualidad el cien por cien del coste del sistema sanitario afgano.
La otra noticia decía así:
UN MILLÓN DE BEBÉS MUERE CADA AÑO EN SU PRIMER DÍA DE VIDA
- La mitad de estas muertes se podrían evitar con un mejor acceso a la atención sanitaria
Datos que expone el segundo artículo:
Según
un informe que acaba de publicar Save
the Children -y
que recoge el drama del africano-, en
2012, 2,9 millones de bebés murieron en sus primeros 28 días de
vida.
De ellos, un millón falleció antes de cumplirse 24 horas de su
nacimiento.
Lo
más alarmante es que la mitad de estas muertes podrían evitarse con
un mejor acceso a la atención sanitaria gratuita y a los cuidados de
personal cualificado (40 millones de madres en todo el mundo dan a
luz sin ayuda de profesionales sanitarios y hasta dos millones
afirman haberlo hecho completamente solas).
“El
mundo ha hecho grandes
progresos en la lucha contra la mortalidad infantil en los
últimos años”(...)
"Demasiadas
mujeres no
reciben atención, ni durante la gestación, ni en el momento de dar
a luz
“(...) ...las
complicaciones durante el parto y las infecciones...
Una
vez mas, se muestra la ineficiencia de los sistemas sanitarios en
algunos países de renta media-baja.
El
hecho de que un sistema sanitario como el afgano sea financiado el
100% por ayuda exterior, pone en evidencia la sostenibilidad del
mismo.
La
ayuda internacional va destinada en la mayoría de los casos a
programas y proyectos de forma independiente. Invirtiendo en el
desarrollo de sus formas de financiamiento se podría revertir el
problema de la falta que tienen estos países a la hora de gestionar
sus sistemas de salud por la imposibilidad de aportación por parte
de la población.
Así
lo pone de manifiesto el informe de salud en el mundo de la OMS del
2010:
“Invertir
en el desarrollo del prepago y la mancomunación, en vez de limitarse
a la financiación de proyectos o programas mediante canales
independientes, es una de las mejores maneras para que los donantes
puedan ayudar a los países a abandonar el pago de cuotas por parte
de los usuarios y mejorar el acceso a la asistencia sanitaria y la
protección del riesgo financiero”
Si
nos fijamos en los resultados en salud, por ejemplo, la salud
maternoinfantil, cuando observamos la facilidad de las mujeres para
acceder a un centro sanitario para un parto atendido por personal
cualificado, no es lo mismo en mujeres que son africanas o indígenas
que entre las que no lo son; o las que viven en zonas rurales
aisladas y las que pueden acceder más fácilmente. Situaciones que
tienen un resultado final y es una baja cobertura en la salud
maternoinfantil.
La
brecha que aun sigue existiendo entre países desarrollados y países de renta media-baja en el ámbito de la salud, donde las
desigualdades suponen una barrera, es una realidad que influye a la
hora de valorar si un sistema es eficiente o no lo es y cómo debemos
actuar o cómo un país debería actuar para adecuarse a las
necesidades sin caer en el despilfarro de recursos o en el extremo
contrario, no gastar.
Se
puede llegar a ser eficiente con pocos recursos y con muchos, siempre
y cuando se adecuen bien al contexto en el que se apliquen y a las
necesidades reales de las que se parta. A lo que habrá que añadir
la voluntad política para poder aplicar los cambios necesarios que
sean requeridos.
Con
la ambición de querer llegar a la cobertura universal los países
tratan de poner en marcha proyectos que resultan ejemplares para
llegar a esa cobertura; pero uno se plantea cómo se pondrá en
marcha, quién lo financiará, de qué manera se hará y a costa de
que.
Los
sistemas sanitarios, en ocasiones, se plantean varios objetivos; no
sólo garantizar la mejora de las salud, sino reducir las
desigualdades, mejorar la capacidad de respuesta ante las
necesidades, responder a las expectativas de la población, garantizar
la equidad... Por lo que la mejora de la eficiencia se podría medir
en base a cómo el sistema es capaz de resolver y de ir avanzando en
la consecución de estos objetivos.
MIBB
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